El objetivo de este artículo es recordar dos elementos artísticos esenciales en la creación pero que suelen olvidarse u obviarse fácilmente… el PROCESO y el ESPACIO creativo.
Origen de la imagen: Marga Dirube
Con el PROCESO me refiero a todo el «trabajo», juego o tiempo que dedicamos en la elaboración de un cuadro, escultura o cualquier otra actividad creativa. Como sucede en muchas otros contextos de la vida estamos tan ansio@s por el resultado final que podemos vivir con frustración todo ese intervalo de experimentación, pruebas o investigación. Como suele decirse «la felicidad es el camino, no el objetivo al que llegar». Ese proceso puede sentirse como un viaje, la obra final podrían ser las fotos que quedaron. En él aprendes a través de las equivocaciones, de volver a empezar cuando es necesario, de darle momentos de parada cuando necesite silencio o de afilar la inspiración viendo alguna exposición de tu ciudad o leyendo un libro.
Imágenes del taller de Anna Haber
Esos momentos son totalmente personales y únicos puesto que cada un@ tiene un deseo más o menos ambicioso como manejar tal o cual técnica o desarrollar un proyecto con unas búsquedas concretas en las que sólo ella/él se entiende. El desarrollo-proceso de tu obra es un acto vital para el autoconocimiento en términos globales: observas tus dones y defectos, tus momentos de energía más instintiva o más mental, qué te pide tu alma/cuerpo en una temporada concreta, etc. Los límites los pone el artista, de ahí la mención de mucha gente a su miedo al «lienzo en blanco». Enfrentarse a ese blanco es enfrentarte a tu propio reflejo, a tu propio momento, con tus inseguridades y destrezas. Asumiendo que te apetece la experimentación con los materiales y herramientas artísticas elegidas, el disfrute que obtengas de estos procesos está estrechamente relacionado con lo cariñoso que seas contigo mism@ en este enfrentamiento al blanco del papel.
Imagen de @diakayla
Como comentaba en el artículo anterior «Tú también eres artista (si quieres)» algunas lacras asíduas de la educación artística que se plantea en los colegios es la comparación con los artistas del pasado, el prematuro enjuiciamiento de las obras finales como aceptables o no, o el valorar únicamente la obra final. Quizás esa obra que acabas de realizar no te gusta porque determinado elemento no ha resultado como querías… ¡estupendo! ya sabes qué tendrás que corregir en tu próximo intento. Una larga caminata empieza por el primer paso… si nada más empezar a pintar con acuarela (ejemplos habituales con los que me topo en mis cursos) me menosprecio porque mis imágenes no se parecen a l@s acuarelist@s que sigo en instagram… te estás perdiendo disfrutar del proceso. Te puedo asegurar que la trastienda de esas preciosas pinturas que ves en redes hoy en día está llena de pruebas y pinturas que no llegarán a ver la luz, pero que fueron esenciales para la/el artista.
En este texto me estoy refiriendo tanto al PROCESO práctico de búsqueda interna como al desarrollo de técnica que se adquiere a base de horas y paciencia para poder dominar un poco mejor un material y/o rama. Pero hay un elemento creador (que me gustaría desarrollar mejor en próximos artículos) que escapa de todo lo anterior y que me gustaría dejar mención de él en esta entrada, aunque much@s puedan no entenderlo (aún). Se trata de la importancia de desaparecer como indivídu@. Es algo que sólo descubres cuando entras en harina y pasas horas absorta en tus colores… te olvidas de quien eres, de lo que estás haciendo y simplemente desarrollas algo como si esa creación se desarrollara sola y fuera ella la que viene a sorprenderte a ti. Te das cuenta de que no controlas el proceso, simplemente fluyes… y cuando te quieres dar cuenta la obra está ahí pero no sabes como la hisciste ni si podrías repetirla. La técnica y saberes que hayas integrado harán de ti un canal más desarrollado, pero como digo hay una parte muy inconsciente que no podrás controlar… Sobre esto habla Miyo Fiel y Victor Brossah en este video de youtube.
Imagen de hugmag
La ilustradora que aparece es @katelouisepowell
Otro de los elementos que quería tratar para motivar a las personas en sus creaciones es el elemento ESPACIO. A través de las fotografías que acompañan este artículo me gustaría inspirar a l@s creadores a regalarse un espacio concreto para crear, si tienen la suerte de poder disponer de un poco de espacio en su casa o donde puedan. En los procesos de creaciones matéricas dedicamos mucho tiempo a montar, desmontar, cambiarnos, recoger y limpiar, etc. Si no nos queda otra opción así lo haremos. Pero si puedes tener un espacio estable e inspirador donde fluir tu creatividad… es más fácil que la inspiración te pille trabajando (como apuntaba Picasso) puesto que ese lugar te estimula y recuerda tu búsqueda, tus pasiones del momento.
Es una creación más… que te empuja a través de la proyección visual (con la colocación de unos objetos, recortes, iluminación o muebles por ejemplo) a proseguir tus objetivos, a enfocarte y no despistarte tanto con el montaje y desmontaje. Como recordábamos hace unos días en una publicación del instagram de SAUKO la belleza de lo que vemos tiene un impacto directo en nuestro subconsciente y por conexión, en nuestro estado de ánimo. Montarte un pequeño espacio creativo es un acto divertido que hará efecto en otras ámbitos de la vida. Nos hará preguntarnos asuntos, en apariencia banales, que son vitales en el lenguaje expresivo de tu taller: ¿dónde pongo esta mesa?, ¿dónde coloco las pinturas?, ¿necesito cambiarlo todo de sitio según el proceso del proyecto?, ¿estas figuras o libros realmente me inspiran u ocupan un espacio que sería mejor para otros elementos?, ¿necesito dejar el lugar muy ordenado o prefiero que un pequeño caos de recortes me inspire?, etc.
sauko.net 