Me he encontrado con muchísimos adultos negando sus talentos y exploración creativa. Con las típicas frases «lo mío no es dibujar» o «dibujo a las personas con tres palitos» se cierran a tomar clases de pintura, a coger un pincel o lápiz o a dejarse fluir a través de unos versos creando un poema.
¿Qué pasó en nuestra educación infantil y posterior para que fuéramos poco a poco perdiendo totalmente nuestra confianza creadora? Es evidente que l@s niñ@s se expresan con naturalidad en casi todos los registros con una confianza que nos deja a l@s mayores alucinando. Saben qué color quieren utilizar y lo esparcen con gracia en el lienzo. No dudan, no analizan, simplemente se dejan fluir y disfrutan dejándose embriagar por la herramienta que estén utilizando.
He enumerado algunas ideas para entender este complejo creativo generalizado y aportar fuerza a las personas interesadas en liberar su expresión personal y enfocar mejor su búsqueda:
1. La educación en herramientas expresivas como puede ser la creación escultórica o pictórica es prácticamente nula a partir de infantil. Así como aprendemos a leer o a sumar aprender a dibujar o a tallar madera por ejemplo podrían ser destrezas que se enseñaran. A su vez, dentro de las escasas hora/s semanales dedicadas a plástica en ellas la libertad creadora no tiene espacio, copiamos láminas o manualidades precocinadas y se nos valora con numeración como las otras materias. O atiendes al modelo y tu creación es fiel a la obra propuesta o no vales para el arte. Así de cruel y limitado es este aniquilamiento. Como los cánones de productividad empresarial, que no social, son los utilizados en el cole, destrezas que no se sabe bien cómo se transformarán en dinero (dentro del circuito laboral que interesa alimentar) no valen. Tampoco se ve nutritivo que l@s niñ@s expresen su voz, y el arte y la creación es un lugar idóneo para ello que da cabida a pararse, respirar y preguntarse por la idea propia.
2. El arte del pasado y los artistas famosos son constantemente mitificados, elevados a gente fuera de lo normal muy alejada del resto de humanos. Muchos sólo fueron valorados al morir y al ver la historia con más distancia se aprecian sus transgresiones y avances creativos aunque en su época su arte era rechazado. Y esa dinámica parece repetirse constantemente, se enjuicia constantemente el arte como bueno o malo, sin limpiarnos lo suficiente de preceptos culturales de la época. Actualmente por ejemplo, como en muchas otras disciplinas humanas, se valora un arte muy intelectualizado y mental que se justifique por su concepto o que lleve la etiqueta de «social» y le de a la obra un motivo de existir. O que tenga una destreza técnica y fiel a modelos «realistas» con mucho trabajo detrás que se vea muy complejo para el común de los mortales. Much@s artistas que crean obras intuitivas, rápidas, sin esfuerzo o que interpretan la realidad de forma que resulte «incómoda» para la mentalidad del momento pueden no ser bien vistas por el/la tutor/a del momento y un don innato o una pasión floreciente ser ignorada o rechazada. Y otr@s quizás con talentos más adaptados a lo que la sociedad acepta como bueno también, puesto que tener un/a hij@ que se dedique a expresarse creativamente es como un bache que hay que evitar y reconducir. Sin darnos cuenta de que una persona que encuentre en estos caminos un camino de expresión placentero, sólo por el hecho de expresarse, está siendo sanado y emprendiendo un camino de autoconocimiento muy fértil. Además de que el modo de gestar creativamente va más allá de ser un mero canal para expresar tus emociones, es una herramienta transversal que puede utilizarse en la evolución y avance de muchas otras disciplinas y campos humanos.
3. Pondré un ejemplo para ilustrar otra de las trabas creativas que nos solemos encontrar en la educación «creativa». Si este artículo lo tuviera que entregar en el colegio o en la universidad me pedirían citar obligadamente a distintos autores que hayan tratado el mismo tema, aludir de forma escrupulosa a citas y libros publicados y hacer un juicio ecuánime de ellos, para sólo al final, poder dar mi humilde opinión. Esto me parece maravilloso para aprender a hacer este tipo de escritos con referencias, pero me sirve para ilustrar cómo se hace complejo lo que es fácil y se infravalora la idea de un@ mism@ tomando a los creadores-pensadores anteriores como los maestros verdaderos. Se pone obstáculos al empoderamiento personal, a la idea limpia y sin bloqueos que a mi me nace ahora. Cualquier persona que escribe, pinta, habla lo hace partiendo de un montón de conocimientos que ha interiorizado de muchas personas y experiencias en su vida. Si tuviéramos que citarlas cada vez que hacemos algo no lo haríamos, no podríamos fluir, ni improvisar y en la mayoría de los casos tampoco disfrutar. Como decía el dramaturgo Samuel Beckett «Primero baila, después piensa, es el orden natural». Sería interesante ir detectando cuando el exceso intelectual y el sentimiento de no ser suficientemente buen@s (nuestra tendencia a analizarlo-juzgarlo todo desde la mente, a compararnos siempre con otr@s, a tener una mirada endiosada a los que sí son «verdaderos sabios»…) nos está estorbando para fluir, para brillar con nuestra propia luz.
4. Sí, hay reglas de los colores, hay contenidos que aprender que vendrán muy bien a los dedicados a crear imágenes, existen notas afinadas y desafinadas, hay elementos persuasivos artísticos concretos que funcionan mejor que otr@s a la hora de expresar un mensaje o convencer a una audiencia, hay elementos armónicos y otros disarmónicos… El arte y la expresión creativa se sirve de muchas técnicas y herramientas que se pueden aprender. En muchos casos en la propia ruptura de esas normas estriba la autenticidad o expresividad de una obra y el discurso auténtico de un/a artista. Por eso tiene sentido entender cómo está el panorama artístico para quedarte con lo que verdaderamente vibre contigo, ya sea la creación y/o disfrute de obras más conceptuales a través de un vídeo, la percepción impresionista de la naturaleza a través de un pincel o retratos detallados en blanco y negro de personas que te descubran a través de una mirada.
Ahora mismo hay tantas herramientas artísticas y creativas al alcance que nos sería imposible adentrarnos en todas y así estar verdaderamente «formados» en arte. Es imposible, se nos iría la vida en ello y no tendría sentido, por eso hay que dejarse «tocar» por aquellos materiales o disciplinas que hagan vibrar algunas de nuestras cuerdas. Emprender un camino «casual» en un momento dado que pueda aportarte un disfrute y búsqueda particular, que pueda agitar tu pasión y enfocar tu razón. Que la integración de unas herramientas más racionales (como pueden ser la composición en un cuadro, la reproducción de la anatomía humana o la consecución de unos determinados objetivos estéticos) pueda hilarse casi sin darte cuenta con tu necesidad expresiva de ese momento y con tu sensibilidad única. Convertirse de alguna manera en un canal sin estorbos como apuntaba Juan Trigo en esta cita aludiendo a la labor del/la educador/a: «Un verdadero maestro es consciente de que su sabiduría no es suya y que él es sólo un canal de transmisión que debe mantenerse libre y sin estorbos, como un perfecto instrumento musical».

