«La sombra» es aquello que no nos gusta de nosotr@s mism@s… esos impulsos o comportamientos que nos asaltan de vez en cuando y no quisiéramos volver a tener jamás. Pero que aún así vuelven de vez en cuando dejándonos desconcertad^s.

Son much@s l@s que defienden la importancia de integrar esa oscuridad, de mirarla a la cara sin miedo y descubrir la fuente sabiduría que supone ir conociendo nuestro «lado oscuro» y sus motivaciones. Acoger ese otro lado con cariño marca la diferencia entre una vida plena o una autoculpabilizante.

Lo que no aceptas en ti mism@ no tiene por qué ser necesariamente malo. Puede que lo bloquearas de niñ@ por miedo al rechazo de un entorno en que precisamente la destreza que tú tenías estaba asociada a aspectos negativos. Por lo que la falta de escucha y aceptación de esa aparente oscuridad puede estar bloqueando muchos dones personales que iluminarían al resto y que te llenaría de satisfacción poder integrar.

Las pinturas de Juliantxo Irujo me sugieren esos diálogos de sombras… parece que se enfrentan a lo más oculto del impulso humano, transmutándolo, consiguiéndolo integrar en un fluir sinestésico y natural de formas, tactos, colores…

«Fluir con la naturaleza», así se llamaba la exposición en la que hace 5 años por casualidad descubrí a este artista en su inauguración en la Ciudadela. Hablé unas palabras con él y me sorprendió la simpatía que emanaba y lo sincero y directo al expresar a la prensa su proceso e impulso creativo. En febrero de este año leyendo la prensa me emocionó enterarme de que dejó su cuerpo en 2015 y que por ese motivo le hacían una exposición retrospectiva en el Museo de Navarra. Me gustaría lanzarle un saludo y un gracias desde aquí ❤